Es indudable que el fundamental problema del país es la -paupérrima-cultura educativa que dejamos-ser, dejamos-pasar.
Lo dice el PISA, lo dice el Banco Mundial, UNESCO, SERCE, entre muchos otros. La conlusión es prácticamente la misma: estamos -muy- mal señores!.
El problema generado en la Educación Básica, se prolonga -exponencialmente- en la educación superior, en el entorno universitario -que es mi campo de acción- he presenciado como estudiante y como docente este PROBLEMA que, alimentado por hipocresías y miedos a confrontar responsabilidades, no tiene cuándo acabar.
Comentaba con una amiga, que está en los últimos años de su formación profesional, acerca de lo sobresaturado que puede ser un ciclo lectivo de pre-grado, la avalancha de "trabajos" que desprolijamente encargan los profesores para compensar -justificar- su responsabilidad(?) para con los beneficiarios(?) del curso que imparte. Un total grado de incongruencia entre los objetivos de la cátedra y las acciones a realizar para cumplir éstos.
Y así, solté libremente el término "Profesaurio" que quizá escuché en algún tiempo-y-espacio o que quizá inventé, no estoy seguro. Interesante concepto, no?
Junto con los dinosaurios, asocio al Mamut, mítico animal cuya leyenda versa que se extinguió por no adaptarse a los re-cambios del medio -léase por no deshacerse de su pelaje que lo protegía duarante la era glacial, cuando ésta terminó-
Sin entrar en tecnicismos históricos, este hecho sirve de metáfora para describir a aquellos profes que no han variado sus métodos pedagógicos, aquellos que continúan con la misma estrategia por décadas, etc. Y si antes eso no se notaba -léase, pasaba piola- en los últimos años con el desarrollo "brutal" de las tecnologías de información y comunicación (TIC) el no manejar este tipo de estrategias conlleva a una extinción por obsolescencia.
Me pregunto: ¿Cuántos "profesaurios" cobijan nuestra universidades?
Atentamente
Richard Torchiani G
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