Son tiempos de los primeros pasos para lograr niveles mínimos de calidad en el sistema educativo del país.
Con las dificultades propias del parir el cambio, avanzan las mesas de diálogo y concertación, en escenarios obvios pero que hasta ahora no habían calado en las cabezas que gerencian el desarrollo económico.
Terminó CADE 2009 y surgió un acuerdo muy interesante: "impulsar innovación y desarrollo tecnológico, así como la promoción de una educación de calidad"
Vamos por partes...
Innovar es "introducir novedades" Desarrollo es "progresar, crecer" y Calidad es "superioridad, excelencia"
Está claro que el tema del acuerdo se resume en lograr mayor eficiencia en la actividad produtiva, es decir, ser más competentes como país.
Aquí es donde se pone bueno el asunto: todo apunta a la educación.
El sector empresarial ha tomado conciencia de la importancia de contar con un sistema educativo-formativo de calidad, que cumpla con requisitos de competitividad, pues el producto de este sistema es el que nutre a su sector, y la idoneidad de este producto está en relación directamente proporcional a la tan anhelada eficiencia que pretenden lograr.
Se menciona en el "La Educación y el Talento Humano necesario para Desarrollarnos" documento preparatorio para el CADE 2009: "Las claves están en las estrategias que permitan el máximo beneficio de las inversiones que se producen en educación"
Concluye con lucidez: "Pero también se requieren otras condiciones: ajustar la oferta de formación a las demandas del mercado, además de incrementar los recursos para I+D (innovación y desarrollo) favoreciendo diversas iniciativas de investigación que contribuyan a generar riqueza, aumentar la productividad, innovar tecnológicamente los procesos productivos y crear o fortalecer redes o cadenas de valor… El desafío es inmenso y sólo se alcanzará si se produce una fuerte alianza público-privada y se persevera en el esfuerzo, en el marco de una visión de largo alcance de las metas que se buscan."
Mario Bunge hablaba hace catorce años sobre el "consumismo tecnológico" para referirse a aquellos Estados que importan soluciones tecnológicas creadas fuera, esto se debe, en palabras del mismo Bunge a un "analfabetismo tecnológico" de estos Estados. Es decir, la nula producción tecnológica propia. (ref)
Uno de los roles fundamentales de la Universidad, de acuerdo con Ortega y Gasset, es la Investigación (básica y aplicada)
En este aspecto es imperante romper el círculo vicioso investigación-financiamiento: la universidad no investiga porque no cuenta con recursos para hacerlo, por otro lado, el sector privado no invierte en la universidad porque no tiene garantía de resultados exitosos.
Bien es sabido (para quien investiga un poco) que las universidades que destinan capital humano a la investigación logran captar inversiones importantes para el desarrollo de esta actividad y que, a la postre, contribuye el desarrollo de la institución.
La pelota está en la cancha de las universidades, encargadas de generar las condiciones normativas para volverse atractivas a la inversión.
Un bastión en este sistema será la certificación profesional y laboral del capital humano del país. El SINEACE viene produciendo mecanismos para iniciar con estos procesos, el CONEAU ha determinado un año a partir de inicios de noviembre para que los colegios profesionales se preparen para certificar a sus colegiados.
El proceso es de largo aliento, pero como dice al sabiduría popular "todo viaje, por más largo que sea, inicia con el primer paso"
Con las dificultades propias del parir el cambio, avanzan las mesas de diálogo y concertación, en escenarios obvios pero que hasta ahora no habían calado en las cabezas que gerencian el desarrollo económico.
Terminó CADE 2009 y surgió un acuerdo muy interesante: "impulsar innovación y desarrollo tecnológico, así como la promoción de una educación de calidad"
Vamos por partes...
Innovar es "introducir novedades" Desarrollo es "progresar, crecer" y Calidad es "superioridad, excelencia"
Está claro que el tema del acuerdo se resume en lograr mayor eficiencia en la actividad produtiva, es decir, ser más competentes como país.
Aquí es donde se pone bueno el asunto: todo apunta a la educación.
El sector empresarial ha tomado conciencia de la importancia de contar con un sistema educativo-formativo de calidad, que cumpla con requisitos de competitividad, pues el producto de este sistema es el que nutre a su sector, y la idoneidad de este producto está en relación directamente proporcional a la tan anhelada eficiencia que pretenden lograr.
Se menciona en el "La Educación y el Talento Humano necesario para Desarrollarnos" documento preparatorio para el CADE 2009: "Las claves están en las estrategias que permitan el máximo beneficio de las inversiones que se producen en educación"
Concluye con lucidez: "Pero también se requieren otras condiciones: ajustar la oferta de formación a las demandas del mercado, además de incrementar los recursos para I+D (innovación y desarrollo) favoreciendo diversas iniciativas de investigación que contribuyan a generar riqueza, aumentar la productividad, innovar tecnológicamente los procesos productivos y crear o fortalecer redes o cadenas de valor… El desafío es inmenso y sólo se alcanzará si se produce una fuerte alianza público-privada y se persevera en el esfuerzo, en el marco de una visión de largo alcance de las metas que se buscan."
Mario Bunge hablaba hace catorce años sobre el "consumismo tecnológico" para referirse a aquellos Estados que importan soluciones tecnológicas creadas fuera, esto se debe, en palabras del mismo Bunge a un "analfabetismo tecnológico" de estos Estados. Es decir, la nula producción tecnológica propia. (ref)
Uno de los roles fundamentales de la Universidad, de acuerdo con Ortega y Gasset, es la Investigación (básica y aplicada)
Entonces, surge la pregunta de rigor: ¿El sistema universitario peruano produce conocimiento (investigación básica) y los aplica para la solución de problemas prácticos (investigación aplicada)?
En este aspecto es imperante romper el círculo vicioso investigación-financiamiento: la universidad no investiga porque no cuenta con recursos para hacerlo, por otro lado, el sector privado no invierte en la universidad porque no tiene garantía de resultados exitosos.
Bien es sabido (para quien investiga un poco) que las universidades que destinan capital humano a la investigación logran captar inversiones importantes para el desarrollo de esta actividad y que, a la postre, contribuye el desarrollo de la institución.
La pelota está en la cancha de las universidades, encargadas de generar las condiciones normativas para volverse atractivas a la inversión.
Un bastión en este sistema será la certificación profesional y laboral del capital humano del país. El SINEACE viene produciendo mecanismos para iniciar con estos procesos, el CONEAU ha determinado un año a partir de inicios de noviembre para que los colegios profesionales se preparen para certificar a sus colegiados.
El proceso es de largo aliento, pero como dice al sabiduría popular "todo viaje, por más largo que sea, inicia con el primer paso"
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