8 de enero de 2010

Chan Chan y la Generación de la Impunidad



1. Es un deber moral pronunciarse sobre el acto de vandalismo cometido por escolares en el complejo arqueológico de Chan Chan.

2. Es un deber moral condenar (reprobar) la conducta de estos individuos.

3. Y, sobre todo, es un deber moral reflexionar sobre lo acontecido y plantear alguna idea para evitar que se cometa nuevamente un acto de esta naturaleza.

Pero antes, definiré "deber moral":

La moral es un término poco amigable para definir pero que, en apretada síntesis, es el know how de lo correcto e incorrecto definido por convención social (generalmente las convenciones más "grandes" predominan sobre las "pequeñas")

El deber es una obligación (al ser un verbo, está asociado a una acción o conducta)

El deber moral se construye a lo largo de la vida, Piaget y Kholberg han propuesto ensayos teóricos sobre el desarrollo del juicio moral.

La situación en Chan Chan ha evidenciado un choque de convenciones: la del grupo mayoritario "preservar los productos culturales del pasado" versus la del grupo minoritario "ir en contra de las normas es divertido" o, en el propio texto de uno de los protagonistas: "es un kage de risa"

Lógica y naturalmente la convención mayoritaria condena a la otra (por una cuestión de supervivencia y desarrollo) y trata de suprimirla imponiendo una sanción para evitar que suceda en el futuro.

El problema de este asunto es que la represión alimenta la inconformidad como el aire al fuego.

Para cumplir con (3)
Las costumbres son conductas que, por ser repetitivas, tienden a realizarse sin reflexión lo cual puede ser peligroso.

Sé que los atentados pueden darse sin necesidad de un viaje de promoción, pero toco este tema por ser el más común y el que sistemáticamente acontece en nuestro país.

¿Por qué en -la mayoría de- los viajes de promoción se realizan tours a lugares históricos?

Los museos, complejos arqueológicos y similares establecen una serie de requisitos que sus visitantes tendrán que cumplir, generalmente son reglas destinadas a la conservación del lugar (y lógicamente a evitar accidentes)

Los viajes de promoción son supervisados (dependiendo de la cantidad de escolares) por uno o dos docentes y por dos o cuatro padres de familia (generalmente madres, miembros de la comisión respectiva) quienes -en teoría- son los responsables de "cuidar" a los adolescentes durante el viaje y son -o deberían ser- responsables en segunda instancia por el comportamiento de sus supervisados

Me pregunto ¿estos docentes y padres tendrán conciencia de la magnitud y riesgo de esa tarea? ¿estarán capacitados para cumplirla eficazmente? ¿o estarán concentrados en disfrutar del viaje?

Por otro lado ¿los escolares estarán en capacidad de regular su conducta según las convenciones de los lugares a visitar? ¿o estarán concentrados en las discotecas a las que podrán acceder y todo lo que allí pueda suceder para su diversión?

Aquí hay un gran problema de entendimiento entre las "autoridades" (docentes, padres) y los escolares; desde la posición radical de prohibir viajes de promoción, pasando por los que se dejan llevar por la costumbre y contratan el clásico Trujillo-Huaraz o Huaraz-Trujillo (dependiendo la sede del colegio) incluidos sitios arqueológicos sin constatar si el grupo que viajará está preparado para asumir las normas de esos sitios.

Dos alternativas:

- Si deciden visitar lugares arqueológicos, que todos pasen por una inducción que asegure el cumplimiento de las normas del lugar

-Si no hay mecanismos para asegurar esto, entonces que el viaje no incluya visitas a sitios arqueológicos

Un viaje de promo a la playa (con party lodge o hawaian party) al campo (con parrilla o pachamanca vivencial) o a ceja de selva (con explorer a cataratas) y obviamente con una o dos noches de disco incluida serían alternativas más saludable para todos

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