"La muerte es una amarga pirueta de la que no guardan recuerdo los muertos, sino lo vivos" (Camilo José Cela)
Los ritos a la muerte son una constante en la mayoría de las culturas: la creencia de la continuidad de la vida, la reencarnación, el cielo, el inframundo, los juicios, las penas, las recompensas; el respeto al cuerpo sin vida como urna de aquello que algunos llaman "alma"
Los cementerios han sido expresión, individual y colectiva, de este rito a la muerte, perpetuando en aquellos sin vida una parte de lo que tuvieron y un testimonio de lo que fueron: cementerios populares y cementarios privados, fosas, nichos y mausoleos dan cuenta de ello.
La relación entre vivos y muertos es unidireccional, de los primeros hacia estos últimos -lógicamente- salvo una que otra declaración con tintes esquizoides o sensacionalistas. Así, son los vivos los que mantienen el contacto con "sus" muertos, de manera íntima y respetuosa en algunos casos, de forma pública y cotidiana en otros.
Ayer, día de las madres, como suele ocurrir cada año gran ca
ntidad de personas visitaron los cementerios para saludar el recuerdo de aquellas madres que dejaron este mundo antes que nosotros y, como en Perú la principal estrategia adaptativa es el negocio, los alrededores de los cementerios estuvieron plagados de vendedores: con flores, tarjetas, comida y bebida atiborraron a los visitantes.
Nada fuera de lo común, salvo por lo reportado en el cementerio El Angel: esta legión de vendedores habían eliminado la barrera entre los vivos y los muertos, entre ellos y los que homenajean a los suyos... ¡habían tomado los pasajes y se habían acomodado al costado de los blocks de nichos!
Ofreciendo cosas para los vivos: correas, zapatos, ropa, juguetes (?) estas personas violaron el íntimo encuentro e hicieron más mundano el rito. Recordando a los visitantes que la vida puede ser un privilegio que se debe ganar a todo precio, así sea por encima de la propia muerte.
Los cementerios han sido expresión, individual y colectiva, de este rito a la muerte, perpetuando en aquellos sin vida una parte de lo que tuvieron y un testimonio de lo que fueron: cementerios populares y cementarios privados, fosas, nichos y mausoleos dan cuenta de ello.
La relación entre vivos y muertos es unidireccional, de los primeros hacia estos últimos -lógicamente- salvo una que otra declaración con tintes esquizoides o sensacionalistas. Así, son los vivos los que mantienen el contacto con "sus" muertos, de manera íntima y respetuosa en algunos casos, de forma pública y cotidiana en otros.
Ayer, día de las madres, como suele ocurrir cada año gran ca
ntidad de personas visitaron los cementerios para saludar el recuerdo de aquellas madres que dejaron este mundo antes que nosotros y, como en Perú la principal estrategia adaptativa es el negocio, los alrededores de los cementerios estuvieron plagados de vendedores: con flores, tarjetas, comida y bebida atiborraron a los visitantes.Nada fuera de lo común, salvo por lo reportado en el cementerio El Angel: esta legión de vendedores habían eliminado la barrera entre los vivos y los muertos, entre ellos y los que homenajean a los suyos... ¡habían tomado los pasajes y se habían acomodado al costado de los blocks de nichos!
Ofreciendo cosas para los vivos: correas, zapatos, ropa, juguetes (?) estas personas violaron el íntimo encuentro e hicieron más mundano el rito. Recordando a los visitantes que la vida puede ser un privilegio que se debe ganar a todo precio, así sea por encima de la propia muerte.
Imagen 1: Tomada de panoramio
Imagen 2: Roberto Cáceres. Tomado de Peru21
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