Con la malísima costumbre de "definir" las postulaciones el último día de plazo establecido por el JNE, los aspirantes parecen saber que mientras menos tiempo les brinden a los electores para formar opinión, mejores réditos podrán obtener haciendo muy poco en sus campañas.
Esto parece suceder con miras a las elecciones regionales y municipales, específicamente en Lima (porque para los medios, Lima es el Perú) donde ya tenemos amagos de debate entre dos aspirantes: un blanqueado Alex Kouri y una juvenil Lourdes Flores.
Como toda estrategia comunicacional, las campañas políticas se basan en resaltar una parte de la realidad (la parte conveniente para el político) en desmedro de las otras partes (que muchas veces son inconvenientes para él); al igual que con los caballos (a quienes les colocan caretas o anteojeras para reducir su campo visual sólo hacia la parte del frente y así evitar que avance en otra dirección) los políticos nos muestran sus virtudes y fortalezas pero ocultan su defectos y debilidades.
Entonces, en el actual escenario, tenemos a dos aspirantes que a los ojos de lo implícito son los únicos candidatos con posibilidades al "sillón de Pizarro"
Lo paradójico de esto es que no hay indicio objetivo de esta percepción, pero todos dan por sentado aquel hecho.
Es evidente que si limitamos nuestro accionar democrático a esperar lo que "ellos" nos ofrecen, estaremos siempre condenados a elegir el mal menor.
Esto parece suceder con miras a las elecciones regionales y municipales, específicamente en Lima (porque para los medios, Lima es el Perú) donde ya tenemos amagos de debate entre dos aspirantes: un blanqueado Alex Kouri y una juvenil Lourdes Flores.
Como toda estrategia comunicacional, las campañas políticas se basan en resaltar una parte de la realidad (la parte conveniente para el político) en desmedro de las otras partes (que muchas veces son inconvenientes para él); al igual que con los caballos (a quienes les colocan caretas o anteojeras para reducir su campo visual sólo hacia la parte del frente y así evitar que avance en otra dirección) los políticos nos muestran sus virtudes y fortalezas pero ocultan su defectos y debilidades.
Entonces, en el actual escenario, tenemos a dos aspirantes que a los ojos de lo implícito son los únicos candidatos con posibilidades al "sillón de Pizarro"
Lo paradójico de esto es que no hay indicio objetivo de esta percepción, pero todos dan por sentado aquel hecho.
Es evidente que si limitamos nuestro accionar democrático a esperar lo que "ellos" nos ofrecen, estaremos siempre condenados a elegir el mal menor.
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