24 de febrero de 2011

¿Y el (nuevo) Congreso? (I)


Si bastante "circo" tenemos con las campañas de los candidatos a la presidencia de la República, aún no despierta del todo la avalancha publicitaria de los candidatos al Congreso.

Por ahora sólo tenemos una lluvia de paneles con las fotos de los candidatos, el símbolo del partido por el que postulan y el número que los identifica.



Algunos se valen de slogans -algo ridículos, confieso- como el de Gaby Perez del Solar: "Por un congreso sin bajezas" apelando a su altura (1.93 m) el de Aurelio Pastor: "Amor a la familia peruana" el los de José Luna: "Cobraré un sol en el Congreso" y "Primero los que menos tienen" (¿se referirá a él mismo?)o el de Diego Marcos: "De la posta al congreso, para defenderte" en fin, pareciera que hacer una u otra cosa en el Congreso dependiera de una sola persona, cuando en realidad toda inciativa legislativa debe ser sometida a votación (120 votantes) y ganar por mayoría simple o en algunos casos asegurar 2/3 del total de congresistas.

Y desde las municipales del año pasado empezó la moda 2.0 si el candidato no incluye en los paneles los íconos de facebook y twitter (estafados manejados por flamantes CMs) y/o la dirección web de su página personal (que demuestra nula creatividad al escoger el nombre para la url) está en nada.

Con 13 partidos políticos por Lima, a 36 candidatos por lista, tenemos un total de 468 candidatos, de los cuales cada votante -limeño- puede elegir sólo a dos.

Pero, valgan verdades, para algunos partidos presentar los 36 candidatos en su lista es sólo una formalidad, puesto que con el sistema de cifra repartidora (Ley 26859 "Ley orgánica de Elecciones") los partidos "pequeños" aspiran a un escaño o, en el mejor de los casos, dos escaños (que coincidentemente corresponden a los espacios disponibles para el voto preferencial, este asunto de, si una persona vota por el partido "X" para el Congreso y no usa el voto preferencial, su voto se contabilizará como votos preferenciales para el #1 y #2 de ese partido)

Claro, si es que primero logran pasar la barrera electoral: el porcentaje de votos válidos a nivel nacional (que para estas elecciones se estableció en 5%)

El asunto con los candidatos al Congreso pareciera ser un pleito individual, donde cada uno debe lograr sus votos -preferenciales- para llegar al Congreso, pero en primer lugar lo que realmente cuenta es sumar para el partido y esperar que suceda lo mismo a nivel nacional (por la valla electoral) y así ingresar como mayores probabilidades al cálculo de la cifra repartidora.

Para ejemplificar el asunto, mire usted este informe del JNE (página 4, resultados de votación congresal 2006) donde Keiko Fujimori obtuvo la mayor cantidad de votos preferenciales (602869) sumando para su partido, junto a los otros candidatos, 783314 votos; lo que le valió a Alianza para el Futuro (el Fujimorismo con su nombre de turno) 8 escaños, la misma cantidad que correspondió a Unidad Nacional (836362 votos en total) pero cuya mejor votación preferencial fue muchísimo menor (Gaby Pérez fue la más votada de UN y obtuvo 131060 votos) Así, con la cifra repartidora logró entrar al Congreso Martha Moyano con sólo 9938 votos.

Si revisa usted el cuadro resumen de votación preferencial por partido en el distrto electoral de Lima, verá que, si ordenáramos los votos preferenciales sin tomar en cuenta la barrera electoral, hubieran logrado una curul: Carlos Ferrero, Fernando Olivera, Ricardo Belmont, José Luna y Oscar Benavides.

Sin embargo, ingresaron al Congreso: Rafael Vasquez (38) Wilder Ruiz (39) Santiago Fujimori (40) Carlos Raffo (44) y Martha Moyano (74) [los números indican la ubicación en el ranking de voto preferencial sin contar la barrera electoral]

Contando la valla electoral, pero sin la cifra repartidora, Fernando Olivera hubiera sido reemplazado por Diógenes Alva (35) y todos los antes mencionados hubieran mantenido el acceso al Congreso.

Entonces, para tentar un escaño en el Congreso hace falta mucho más que lograr impacto mediático, pero parece ser que los candidatos siguen apelando a la viejas fórmulas. Veremos qué sucede luego del 10 de abril.

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¿Y el (nuevo) Congreso? SEGUNDA PARTE

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