15 de febrero de 2011

De Profetas y Encuestas (3)



Aquí y aquí comentaba algunos aspectos del papel de las encuestas en el país. Ahora con la modificación de las reglas de juego hecha por el JNE las encuestadoras han iniciado la protesta respectiva.



El asunto en pocas palabras:
- Las encuestadoras hacen su chamba, los medios presentan los resultados
- Los candidatos que aparecen "arriba" respaldan los resultados
- Los candidatos que aparecen "abajo" ignoran o cuestionan los resultados
- La ciudadanía se muestra dividida opinando (a favor y en contra) de las encuestas
- Un argumento de quienes critican las encuestas es "a mí nunca me han encuestado" o "siempre encuestan a las mismas personas" "¿qué raro, no?"
- El JNE decidió plantear requisitos a las encuestadoras para realizar su chamba: deberán registrar datos de identificación de las personas que responden a la encuesta.
- Las encuestadoras se muestran en desacuerdo con la nueva directiva.

Aquí hay mucho por analizar, vamos por partes:

1. Confidencialidad del encuestado/elector: De acuerdo a ley, el voto emitido por el ciudadano es secreto, es decir, el Estado debe asegurar los mecanismos para asegurar que la decisión del votante se respete y,a la vez, sea secreta. En democracia cada quien es libre de manifestar o reservar su decisión electoral.

En Perú pareciera que las personas mantienen en secreto su opción electoral más por una cuestión de verguenza que por una cuestión de influencias o represalias.


2. La estadística y el contenido: No podemos negar el aporte de la estadística en el análisis social, resulta una valiosa herramienta de clasificación y de consolidación de información. Pero hay que tener en cuenta el tipo de data con la que se trabaja y las conclusiones a las que se pueden llegar producto de ella.

Por ejemplo, si queremos saber la estatura promedio de hombres y mujeres en Perú, pues tomaríamos una muestra representativa de individuos, los mediríamos y calcularíamos el promedio o rango promedio de las medidas. Así tendríamos una medida bastante probable de la estatura de las peruanas y los peruanos.

El asunto cambia cuando lo que queremos averiguar es la opinión mayoritaria de los mismos individuos acerca de un tema "X" pues el principal inconveniente es la imposibilidad de determinar si la información proporcionada por los encuestados es la que realmente tienen acerca de ese tema. La intención de voto es parte de este escenario.


3. La transparencia de los resultados: El principal problema de las encuestadoras es cómo demostrar a la opinión pública que el proceso de encuesta está basado en información legítimamente adquirida (aquí no interesa si es que el encuestado fue sincero o no, lo que importa es que si realmente el encuestador obtuvo el dato de la persona, o sea si la encuesta se llevó a cabo)

Aquí hay una paradoja entre la preservación del principio de anonimato en la encuesta y la necesidad de comprobar la autenticidad de la información recogida.


4. Oscurantismo vs. Influencia: Que las encuestadoras dejen de realizar estudios y publicar los resultados es visto como un vacío que puede dar pie a la manipulación de los resultados en las elecciones (como nadie podría saber cómo van las preferencias, el resultado final podría pintarse de cualquier color)

Pero, por otro lado, la ausencia de encuestas eliminaría la influencia (directa o indirecta según el gusto del lector) en la decisión electoral de las personas. Sabemos que la decisión electoral tiende a mentenerse, salvo por hechos evidentes y comprobables -que generalmente influyen en el elector a retirar el apoyo, más que a brindarlo-

La tendencia de "votar a ganador" o la de "no desperdiciar el voto" tienen íntima relación -entre otros factores- con la evolución de la tendencia general (estudiada por las encuestadoras)


Esperaremos cómo termina el dilema entre el JNE y las encuestadoras, mientras tenemos más cerca el día de las elecciones.

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