Desde el inicio del debate por la designación de Hilaria Supa como presidenta de la comisión de educación del congreso, algo de agua ha pasado debajo de ese puente, con opiniones como las del educador León Trathemberg y los periodistas Patricia del Río y Augusto Alvarez Rodrich que tratan de desenrredar la madeja para encontrar sus dos extremos: el argumento del racismo o el argumento de las capacidades personales.
A mí me preocupa la educación y me preocupa lo bueno o malo de la gestión del Ministro Chang y también (aunque en menor medida) me preocupa lo bueno o malo de la gestión de la "Comisión de Educación, Ciencia, Tecnología, Cultura, Patrimonio Cultural, Juventud y Deporte" en lo que respecta a educación. Por eso es que opino, ahora que los medios ponen en el tapete el tema, sobre el alcance que pueda tener la comisión en la política educativa del país.
Sé que Hilaria Supa por ser quechuahablante, no tener educación formal y ser mujer, haya tenido dificultades para haber logrado lo que ahora demuestra; dificultades que otros congresistas, educadores o académicos no tuvieron. Pero si criticamos a los "afortunados" por vivir en un sociedad artificial, con una visión sesgada del mundo, que los incapacitaría para plantear reformas justas e inclusivas, del mismo modo me preocupa que las dificultades vividas por Supa y por otros congresistas, educadores o académicos los cieguen también y parcialicen su visión para plantear reformas.
Una ventana de gestión política como la "Comisión de Educación..." es muy importante como para quedar en manos de "afortunados" o "luchadores" propensos a la miopía.
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